top of page

"Afirmando nuestras vidas en la santidad de Dios"

"Para que sean afirmados vuestros corazones, irreprensibles en santidad delante de Dios nuestro Padre, en la venida de nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos". 1ra Tesalonicenses 3:13

Esta serie referida a la santidad está ocasionando grandes desafíos en nuestra manera de ver y entender la vida cristiana.

Es en la luz de la Palabra de Dios en donde encontramos la dinámica de cómo impacta en nuestras vidas este alto grado de separación del mundo y de su filosofía.

La santidad en nuestras vidas es una consecuencia directa e irrevocable desde el día que rendimos nuestras vidas al señorío de Cristo Jesús, no es una opción de si queremos o no aceptar este estilo de vida.

El sello del Espíritu Santo en cada hijo de Dios demanda esta separación del profano y pecaminoso estilo de vida que el mundo ofrece, para vivir conforme a los propósitos de Dios y a su voluntad.

Dicha demanda pareciera ser rara, desafortunada e inoportuna para los tiempos en los que vivimos en estos días.

El trajín del mundo que nos rodea pareciera presentarnos una propuesta diferente, más fácil y ligera a la hora de desarrollar nuestra ética de vida y de conducta.

Claro que esto no es nada nuevo al entender que los principios de este mundo son opuestos a los de Dios y que nunca, bajo ninguna circunstancia, pueden alinearse y reencontrarse el uno al otro.

El apóstol Santiago es claro en el desarrollo de su epístola cuando afirma categóricamente bajo la inspiración del Santo Espíritu de Dios que el que quiera convertirse amigo del mundo y de las propuestas del mundo se convierte en enemigo de Dios.

De allí el gran desafío que nos encontramos aquellos que queremos caminar tomado de la mano del Señor, de vivir bajo sus principios y su autoridad cada día en todo tiempo y lugar.

Nuestra lucha se presenta en varios frentes, por un lado tenemos los ataques de parte del enemigo y de todos sus secuaces, por otro la lucha con nuestra propia humanidad que necesita rendirse cada día a la autoridad del Señor Jesús, y por último; y como si ya todo lo anterior fuera poco, enfrentar a cada paso un mundo que vive y se mueve bajo los principios opuestos a los de Dios. Vaya si no es un gran desafío el poder hacerlo.

No en vano el Señor nos da la armadura espiritual para poder resistir estas batallas, y al finalizarlas, poder salir airados y en victoria.

De allí la importancia de entender que no se lo puede hacer en nuestras fuerzas sino en las que Dios nos da.

Lo que sí requiere de nuestra parte, es la decisión de someter nuestra voluntad a la obediencia absoluta a Dios; sin cuestionamientos, sin justificaciones, sin excusa alguna.

Será en esa muestra la manifestación más clara del grado de autoridad que tiene el señorío de Cristo en cada uno de nosotros.

Es en este profundo desarrollo teológico en donde encontramos las palabras de exhortación del apóstol Pablo a los hermanos de Tesalónica.

La primera observación que hace es que afirmemos nuestros corazones, para que seamos fortalecidos interiormente en la confianza y dependencia de Dios.

No en vano el apóstol lo hace, el corazón se expresa como el lugar de nuestra voluntad. Nos vamos a encontrar a lo largo de toda la Escritura esta idea que sobre toda cosa guardada, guardemos el corazón, porque de él mana la vida misma.

El salmista había encontrado esa experiencia al expresar: En mi corazón he guardado tus dichos y preceptos, para no pecar contra ti.

Es la decisión clara y de absoluta obediencia en donde expresamos nuestra verdadera sumisión al señorío de Cristo en nosotros.

Solo un corazón guardado, apartado y preservado para Dios, es lo que refleja la garantía de ser irreprensibles delante de Dios.

Este estado de pureza que Dios demanda a sus hijos, es el modelo que fuimos llamados a alcanzar. Es pensar, hablar, accionar y conducirnos de la misma manera que lo hizo el Señor Jesucristo.

Dios quiere que el Rey glorioso en su regreso por su iglesia, la encuentre no solo apartada y separada del mundo, sino irreprensible en todo para la celebración histórica de las bodas del cordero.

El término irreprensible refleja que no se es reprendido por nada, es decir, que es hallado perfecto ante cada una de sus acciones.

Muchos cristianos piensan erróneamente que este grado espiritual de ser irreprensibles delante de Dios es para los pastores, misioneros y líderes de la iglesia del Señor.

Dicho pensamiento está completamente erróneo y lejos de lo que Dios espera. Cada persona que ha decidido vivir bajo los principios y fundamentos divinos está bajo esta demanda de santidad.

La promesa expresada en las Escrituras es que el Señor viene por sus santos, utiliza el término de manera plural, es decir, por todos los suyos.

Y la demanda es ser hallados irreprensibles en la santidad, es decir, en la vida apartada y separada para Dios en todas las áreas de nuestras vidas.

Solo un análisis sincero a diario de nuestro caminar frente al Señor, es lo que nos garantiza ser moldeados por él en aquellas áreas en las que todavía necesitamos madurar.

De allí la importancia de caminar acompañado y junto a la familia de la fe. Dios no nos llamó a vivir vidas solitarias como llaneros, pensando que el que no piensa como yo, no es digno de caminar a mi lado.

El mandato divino es sobrellevar los unos las cargas de los otros, perdonarnos unos a otros, amarnos unos a otros, soportarnos unos a otros.

No es una opción de si lo queremos hacer o no, si nos parece que está bien o no, si lo sentimos hacer o no.

Dios instauró a su iglesia, de la cual cada uno de nosotros somos parte; en donde la única cabeza es Jesucristo, y que conforme a su voluntad nos ha dado dones a cada uno en particular, para que el cuerpo sea edificado los unos para con los otros.

Es la demanda del Señor Jesucristo para los suyos, porque como lo expresó en su oración al Padre: "que sean uno para que el mundo crea que tú me enviaste..."

Pero será también en este encuentro fresco y constante en la presencia del Señor, en donde nuestras faltas saldrán a la luz para poder identificarlas con claridad y presentárselas a él, esperando el perdón y la restauración que su obra redentora en la cruz tiene para nosotros.

Las justificaciones y las excusas no serán herramientas que nos sirvan a la hora del encuentro con el Cristo glorificado, sino un profundo estilo de vida íntegro, sincero y regenerado por el Espíritu Santo de Dios.

¿Cuál es tu actitud frente a la propuesta de vivir en la santidad que Dios demanda para tu vida? ¿Estás viviendo una vida irreprensible para el reencuentro con tu creador?

Serán la fe, la unidad y la irreprensibilidad de su iglesia las que Cristo demandará a la hora de su inminente regreso.

Que Dios nos ayude para que todo lo que hagamos esté focalizado en ese encuentro glorioso con el Rey de Reyes y Señor de Señores.

En la gracia eterna y suficiente para ser guardados en santidad e irreprensibles delante de su presencia.

Rev. Daniel A. Cali

Pastor

May 17, 2015


Featured Posts
Recent Posts
Archive
Search By Tags
No hay etiquetas aún.
Follow Us
  • Facebook Basic Square
  • Reflexión de YouTube
bottom of page