top of page

"El servicio a los demás refleja mi servicio a Dios"

"Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo". Mateo 20:26-27

El que no vive para servir, no sirve para vivir. Aquella histórica frase que traspasó las épocas, los idiomas y barreras sociales y culturales, continúa impactando en nuestros días como desde el primer día que fue declarada.

Erróneamente para muchos que piensan que es una frase bíblica, la misma no lo es. Aunque tiene cierto paralelismo y sentido con muchos principios que la Palabra de Dios hace en referencia a la importancia del servicio, de la misericordia y de la compasión, entre tantos otros temas que se relacionan con tal declaración.

Cristo Jesús, que es el modelo por excelencia de vida, nos mostró que el servicio a los demás es lo que caracterizaría su estilo de vida, de conducta y de testimonio.

El servicio hacia los demás no pareciera ser un fenómeno que caracterice al mundo en el que vivimos en estos días.

Como lo veíamos en las semanas previas en los temas desarrollados, vivimos en una filosofía de vida individualista y egoísta, focalizada en nosotros, en la búsqueda incesante de las cosas que necesitamos y en las que deseamos alcanzar.

La vanidad de este mundo de la cual el predicador nos expresaba en el libro de Eclesiastés, sigue tan vigente milenios después.

Jesús, que conocía la problemática que hay en cada uno de nosotros, nos advirtió que no nos afanemos por las cosas de este mundo, sino más bien preocuparnos por las eternas que son las que permanecen.

Pero a quién se le ocurre pensar en lo ilusorio de la eternidad, si podemos esforzarnos por alcanzar un estilo de vida hedonista que satisfaga nuestras apetencias personales en esta vida.

Uno de los grandes desafíos que tenemos aquellos que nos identificamos con Jesucristo y que anhelamos y luchamos para vivir conforme a los propósitos suyos; es precisamente reordenar cada día nuestra escala de valores y dar la justa medida a todas las cosas.

Solo con una relación viva, sincera y metódica con el Señor Jesucristo a diario, esto puede llegar a ser una realidad.

Por más que pensemos y creamos que somos tan buenos, la evidencia de nuestros actos demuestran que no lo es.

A primera plana podemos hasta auto engañarnos en pensar que nuestra esencia es buena, pero si hacemos un análisis sincero a los ojos de Dios de todo lo que hacemos, decimos y pensamos; el mismo nos demostrará que aún hay áreas en nuestras vidas en donde necesitamos seguir siendo moldeados por él.

La realidad es que nuestra naturaleza humana nos propone todo el tiempo revelarnos en contra de la voluntad y los principios dados por Dios.

No nos alcanza el pensar que tenemos un buen corazón, una buena ética de vida, un alto nivel de moralidad. Ni aun siquiera pensar que porque pertenecemos a tal o cual confesión de fe es suficiente para vivir como Dios quiere que lo hagamos.

Hay algo más que eso, es la decisión de obrar en consecuencia a los propósitos de vida que Dios tiene para con nosotros. Es saber qué es lo que Dios espera de cada uno de nosotros, ya que, ejemplo nos ha dejado para que sigamos sus pisadas.

Nuestro servicio a Dios será el reflejo auténtico de mi servicio al prójimo que me rodea.

No podemos decir que servimos a Dios y mirar hacia un costado ante las necesidades de los que están a nuestro alrededor, necesidades que tienen que ver con lo emocional, lo económico y lo espiritual.

El verdadero servicio a nuestro prójimo es cuando lo hacemos de corazón y sin esperar nada a cambio de la contraparte. Es un servicio sincero, no forzado ni simulado.

De la misma manera en que hemos experimentado en nuestras vidas el amor, el cuidado y la provisión de parte de Dios, así debemos hacerlo para con los demás

Cuando nuestras vidas circulan focalizadas solamente en lo referente a nosotros mismos, entonces es allí en donde podemos empezar a darnos cuenta que algo no está andando de la manera que debiera.

Porque lo más probable es que si continuamos analizando aún de manera más profunda, nuestro servicio a Dios estará desarrollándose de manera desequilibrada, engañosa y forzada.

Podemos llegar a caer en el error de pensar en que porque servimos en diferentes áreas dentro de la iglesia, ya con eso estamos sirviendo a Dios y a nuestro prójimo.

Nuestro servicio dentro del cuerpo de Cristo es la consecuencia de nuestra relación con Dios.

Pero el servicio a Dios es mucho más que el desarrollo de nuestros dones y otros tipos de activismos; es la decisión de vivir para él, de depender de él, de confiar en él, de esperar en él.

Cuando nuestras vidas realmente se encuentran bajo el señorío de Cristo, entonces nuestro servicio a los demás no será impuesto ni forzado, porque el sentir del Señor será el nuestro ante las diferentes realidades de nuestro prójimo.

¿Te has detenido por un instante a pensar qué tipo de servicio le estás brindando a tu Padre celestial? ¿Reflejan tus acciones y actitudes un servicio sincero y sacrificial con el prójimo que te rodea?

Jesús nos dio el verdadero ejemplo de servicio: humilde, desinteresado y oportuno. Las personas que le conocieron y caminaron a su lado pudieron experimentar que lo que enseñaba, su vida lo respaldaba.

Que nuestros dichos sean acompañados por los hechos que realizamos. Que si decimos que debemos amar seamos los primeros en amar, si decimos que debemos perdonar seamos los primeros en hacerlo, si decimos que debemos servir nuestras actitudes lo avalen en cada acción a desarrollar.

El Señor nos ayude cada día para poder mirar a nuestro alrededor con su mirada, a sentir y a dolernos por las necesidades de los que nos rodean como él lo haría.

Que como iglesia del Señor seamos reconocidos por el alto nivel de servicio hacia los demás, cubriendo sus necesidades con todo lo que esté a nuestro alcance.

Esa será nuestra mejor carta de representación, que no solo nos identificamos con las enseñanzas de Jesucristo, sino que también intentamos vivir cada día como él lo hizo.

Y quizás sean esas demostraciones de amor de nuestras acciones, lo que Dios use para que muchos conozcan el amor por excelencia en la persona de Cristo Jesús.

En la gracia de nuestro amado Señor y Salvador que es suficiente para compartirla con otros.

Rev. Daniel A. Cali

Pastor

Abril 26, 2015


Featured Posts
Recent Posts
Archive
Search By Tags
No hay etiquetas aún.
Follow Us
  • Facebook Basic Square
  • Reflexión de YouTube
bottom of page