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"La luz de Jesús trae esperanza a nuestras vidas"

"Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas". Juan 12:46

El día de hoy no es un día mas en nuestros calendarios, es el día más importante en nuestra agenda anual cristiana.

Lamentablemente para muchas de nuestras sociedades que se identifican con el cristianismo, pareciera ser que la propuesta de las pascuas está focalizada en gozar de días de descanso, de poder tomarse unas mini vacaciones en el año, disfrutar de comidas y eventos especiales con amigos y familiares y disfrutar de los huevos de chocolate. Lejos están de darle la verdadera importancia y relevancia que la misma significa.

Pero para los hijos de Dios, esta celebración es importante porque recordamos el acontecimiento más trascendental, sobrenatural y único en el mundo: Las pascuas de resurrección de Cristo Jesús.

El desenlace precipitado, confuso, doliente de que Jesús haya dado su vida por el mundo había dejado a los discípulos y a los que le seguían con la sensación de haber tomado un trago amargo.

Nadie de los que seguían y estaban con Jesús dudaban de quien era; al caminar junto a él habían visto no solo la coherencia entre el mensaje que vivía y el que enseñaba, sino que además habían sido testigos de los acontecimientos sobrenaturales que denotaban que Jesús era el ansiado Mesías.

El único problema para ellos, lo que los confundió y desilusionó fue esta idea de que Jesús enfrentara la cruz.

Era una cosa innecesaria, vergonzosa y que tiraba por debajo toda esperanza, ¿para qué morir?; no estaba en las mentes y en los planes de nadie.

Tenían la manifestación de la gloria de Dios en medio de ellos, con un poder sobrenatural para enfrentar cualquier realidad que se interpusiera en el camino.

La amenaza de los romanos ya nada significaría si Jesús estaba de su lado, por lo que para muchos era la única salida y el cumplimiento de sus tan ansiados anhelos de liberación.

El sueño de una nación grande, libre y poderosa estaba a sus puertas esperando ver cuándo sería ese acontecimiento que causaría un estruendo en cada rincón del planeta.

Mientras todos a su alrededor lo estaban levantando y proclamando como un rey poderoso y glorioso bajo los estándares de este mundo, Jesús continuaba profundizando su ministerio de humildad, de entrega y de sacrificio.

Sin embargo, a poco de que el sueño de muchos se haga realidad, Jesús decide enfrentar la vergonzosa muerte de la cruz.

Todos quedaron desorientados a su alrededor, tantos sus discípulos como sus seguidores; incluyendo a los religiosos y los políticos del momento, quienes desde lejos veían cada día que el crecimiento de la figura de Jesús. ¿Para qué tirar por la borda todas las esperanzas?

Sin embargo, Jesús no se dejó confundir ni por los cantos de los que querían proclamarlo rey, ni por los que a viva voz incitaban su pronta muerte; él sabía cuál era el propósito de su existencia en este mundo.

Sus temores, miedos y tristezas se reflejaron en gotas de sangre en el Getsemaní, pero aún allí su oración a Dios Padre era cumplir con el propósito para lo cual había venido al mundo; que no era nada más ni nada menos que ofrecer su propia vida como sacrificio delante de Dios, para que el mundo pueda ser reconciliado con Él.

La pascua judía significaba recordar el gran amor de Dios hacia su pueblo liberándolos de la esclavitud de Egipto y llevándoles a una nueva vida de libertad y de esperanza.

Esa sangre del cordero en los dintales de las puertas serviría para redimirlos de la muerte y del castigo de Dios.

Jesús se presenta a sí mismo como el cordero pascual que se sacrifica para que por Su sangre vertida en la cruz, nosotros tengamos vida y esperanza por medio de él.

Ahora, en Cristo, ya no estamos bajo la esclavitud del pecado, sino que gozamos de la nueva identidad que Jesucristo trajo a nuestras vidas, porque como nos recordó el apóstol Pablo, ahora ya no somos extranjeros sino parte de la familia de Dios, en donde junto con Cristo, somos coherederos de la gloria de Dios.

Ese es el único y verdadero sentido de la pascua cristiana, recordar el gran amor de Dios Padre mandando a este mundo a Su Hijo Jesús, para que por medio de su muerte en la cruz, nosotros tengamos esperanza de vida y de vida eterna.

Los que caminaron junto a Jesús se enfrentaron a días de tremenda angustia por haber perdido a su guía y referente.

Pero en medio de tanto dolor, turbación y confusión, todo cambia de color cuando comienza a propagarse la noticia del gran acontecimiento: Jesús no estaba en la tumba, sino que al tercer día había resucitado de entre los muertos.

La muerte había sido vencida para siempre y la prueba de ello es que comenzaba a aparecerse a muchos de ellos mostrando las marcas de los clavos en sus manos y pies, confirmándoles de esa manera que todas las profecías se habían cumplido en él.

Este encuentro con el resucitado era lo que les recordó a muchos de ellos el verdadero significado que Jesús les había enseñado acerca de la pascua.

Y es esa experiencia la que sigue dando hoy, miles de años después la esperanza a cada persona que quiera tener la paz de Dios en sus vidas.

Solo una experiencia genuina y personal con el Cristo resucitado es lo que nos garantiza andar en la luz y lejos de las tinieblas.

¿Qué significan las pascuas para ti? ¿Gozas de la dicha de caminar junto a la luz de Jesucristo en tu vida?

Los que hemos tenido la experiencia de conocer la luz de Jesús, no nos cansaremos de seguir compartiéndola con todos aquellos que aún están bajo la esclavitud del pecado, sin esperanza y lejos de Dios.

Dios encuentre en nosotros un corazón sumiso a él, y que como cuerpo suyo, podamos seguir levantando la única esperanza que este mundo tiene, ¡Jesucristo!.

Si todavía no has experimentado esta experiencia transformadora, estas pascuas de resurrección pueden ser la oportunidad para que la luz de Jesús entre en ti e ilumine cada rincón de tu ser.

Es que cuando la luz de Jesús no está en nosotros, las tinieblas de este mundo opacan y desalientan toda esperanza al ser humano.

No te será tan fácil liberarte del amor de Dios, deberás primero despreciar y rechazar el sacrificio que Jesús hizo por ti en la cruz del calvario.

Nadie puede quedar inmóvil ante la propuesta de amor de Jesús, al igual que en los tiempos de antaño, deberás decidir entre recibirlo en tu vida o en cerrar las puertas de tu corazón y continuar viviendo bajo las tinieblas de este mundo.

¿Cuál será tu respuesta frente a la propuesta de Jesús?.

Rinde hoy mismo tu vida a él y comienza a disfrutar de la dicha eterna que tiene preparado para ti.

Lo puedes hacer teniendo una oración sincera que diga: "Gracias Señor por el gran amor que tuviste por mí muriendo en la cruz. Reconozco que sin ti mi vida no tiene esperanza alguna. Te abro las puertas de mi corazón para que entres a vivir en él desde este momento. Te pido perdón porque fueron mis faltas las que te llevaron a la cruz, acepto por la fe ese perdón y esa nueva vida que tú me ofreces. Hoy quiero que seas el Señor de mi vida y que me guíes en esos propósitos eternos que tienes para conmigo. Gracias por ese favor y esa gracia inmerecida dando tu vida por mí. Prometo seguirte con fidelidad cada día y compartir con otros este mensaje de amor que transformó mi ser. En el nombre precioso de Cristo Jesús, mi Señor y Salvador personal, Amén".

Si esta oración la has hecho en fe, ten la plena certeza de que la luz de Jesús será una realidad en tu vida, porque desde ahora sos parte de la gran familia de Dios.

Y para los que ya somos parte de esta gran familia, que estas Pascuas de Resurrección sean una nueva oportunidad para seguir llevando esta luz a cada persona que camina a nuestro lado y a cada rincón de este mundo, que aún después de dos milenios, todavía nunca escucharon del amor de Jesús.

En la fe, el amor y la esperanza eterna que el resucitado trajo a nuestras vidas.

Rev. Daniel A. Cali

Pastor

Abril 05, 2015


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