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"La armadura de Dios da seguridad y confianza en el momento de la prueba"

"Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes". Efesios 6:13

Qué gran desafío que hemos estado teniendo en este mes en ver todas las herramientas que Dios nos ha dado para poder salir victoriosos en nuestras batallas espirituales.

Hemos visto el origen de nuestra naturaleza humana que nos separa de Dios; pero a la vez recordado el acontecimiento salvífico y redentor que encontramos en la obra de nuestro amado Señor y Salvador Jesucristo.

No caben dudas que el hijo de Dios es una persona que transita por esta vida con grandes ventajas a diferencia de aquellos que están solos.

El hijo de Dios tiene una correcta visión de su identidad y de su sentido de existencia en este mundo. Sabe cuál es su origen, cuál es su problemática y en donde hallar la solución correcta para sus problemas.

Es que en Cristo nuestro pasado está solucionado, no hay culpa, dolor, trauma que siga vigente en nuestras vidas. Desde el momento en que se las hemos rendido al Señor Jesús somos nuevas personas; todo lo viejo queda atrás y comenzamos a escribir una nueva historia de Su mano.

Pero no solo sabe de dónde viene, sino cómo llevar adelante su vida en el presente de manera segura y confiable. Es esa seguridad la que le hace descansar en su visión de lo futuro, en donde no hay lugar para la incertidumbre y el temor. En otras palabras: Sabe de dónde viene, a dónde está y hacia dónde va.

Mientras que aquellos que no caminan con Jesús, andan por allí tratando de buscar el verdadero significado de su identidad. No tienen en claro aún si su origen está en una buena raza de simios, en algún animal u objeto en sus vidas anteriores, o son el producto de alguna explosión media rara que se ha dado en el universo.

La realidad es que el hijo de Dios sabe que ha sido formado por las manos de Dios en el vientre de su madre, acontecimiento tan trascendente que con todos los avances científicos y tecnológicos que la humanidad ha alcanzado, el hombre no ha podido descifrar y entender como se produce aún.

Es que sin duda que el don de la vida tiene certificación celestial y es única en su especie. Cada uno de nosotros tenemos un toque distintivo y especial en nuestro proceso creativo, porque Dios nos formó de manera personal y única. Somos una pieza única.

Es esta seguridad y esta confianza que el hijo de Dios tiene para poder llevar adelante y enfrentar todas las situaciones adversas en su vida.

Porque nuestra lucha como bien dice el apóstol Pablo no en contra sangre ni carne, es decir contra aquellas cosas visibles que están a nuestro alrededor; sino contra poderes espirituales del mal que todo el tiempo nos quieren separar de Dios y de Sus eternos propósitos para con nuestras vidas.

De allí la importancia de revestirnos de toda la armadura de Dios para poder salir victoriosos en el momento de la prueba.

Durante el diario peregrinar, aquellos que caminamos con Jesús, vamos aprendiendo, adquiriendo, experimentando y compartiendo todas aquellas cosas que Dios nos desafía a tomar como herramientas para el momento en que las necesitemos.

Pero el día de la prueba, en el momento preciso del ataque, no hay mucho tiempo para instruirse como repeler el mismo; sino que es allí en donde todo lo adquirido con anterioridad toma vigencia y se manifiesta de una manera poderosa para poder seguir adelante sin tener resbalón alguno.

Es la hora de la verdad, en donde no hay tiempo para la duda o para la improvisación, sino en permanecer confiado sobre las bases de nuestra fe, que son las que nos darán la victoria.

Todo el conocimiento y experiencia que hemos encontrado en Jesús nos ayuda a permanecer en pie ante todas las circunstancias que debamos vivir.

Los momentos de las pruebas vienen para todos, pero solo aquellos que caminan y descansan en los brazos de Jesús tienen el descanso y la ayuda divina.

Es muy distinto enfrentar una situación como seres humanos indefensos y mortales, a hacerlo en la paz y en la confianza de saber que no estamos solos, porque creemos y descansamos en la promesa de que Cristo prometió caminar a nuestro lado todos los días.

Uno puede colocar la confianza en muchas cosas: en el dinero, en el trabajo, en la familia, en los amigos, en las instituciones de todo tipo; pero el tema es que todas y cada una de ellas son pasajeras, cambiantes y relativas porque pertenecen a este mundo.

Necesitamos colocar nuestra esperanza en algo trascendental a lo efímero y pasajero que nos rodea, y esa única opción es Jesucristo.

De allí la necesidad de poner nuestra confianza y esperanza en algo absoluto, único, que no cambia y que permanece inalterable ante cualquier situación. Nuestra única opción y roca firme fue, es y será: ¡el Señor Jesucristo!.

Que gran oportunidad que tenemos aquellos que caminamos diariamente con Jesús, sabemos que el día malo vendrá a tocar a nuestra puerta, pero no trastabillaremos porque estamos cimentados en un lugar firme y seguro.

Es allí en donde entendemos que todo ayuda para bien, porque no andamos analizando por ahí viendo si esto o aquello es o no beneficioso para nuestras vidas, sino que en la fe y la confianza que tenemos en nuestro amado Dios, aceptamos y creemos que es para nuestro bien.

¿Qué tan seguro estás de cómo atravesar el momento de la prueba? ¿Estás con la confianza de que sea cual fuere la situación, el Señor está a tu lado acompañándote en todo momento y lugar?

Si las respuestas a estas preguntas son afirmativas, déjame decirte con la autoridad que el Señor nos da en Su Palabra, que verdaderamente serás exitoso; porque no habrá situación ni circunstancia adversa que te haga caer, no por mérito personal alguno, sino porque es promesa de Dios para los suyos.

Y si todavía no tienes esa paz y esa seguridad de saber cómo enfrentar los momentos de duda y dolor, no dejes pasar un instante más; ríndele tu vida a tu creador, a Jesús. Acepta Su gracia y Su amor. Deja que él comience a trabajar en tu vida, y verás la gloria de Dios en ti y en aquellas personas que están a tu alrededor.

Que juntos como familia de la fe, podamos aferrarnos a las herramientas que nuestro buen Dios pone a nuestra disposición, para que en el momento inoportuno de las pruebas, podamos estar alertas y preparados, y que al finalizar permanezcamos firmes y en plena paz.

En la confianza de aquél que prometió acompañarnos en todo momento y que podamos hacerle frente a cualquier situación por más adversa que parezca.

Rev. Daniel A. Cali

Pastor

Mar 22, 2015


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