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"Renovando cada día nuestro compromiso con Dios"

"Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos". Hebreos 2:1

A lo largo de este mes de Febrero estamos reflexionando acerca de los frutos de la carne, término que hemos desarrollado en los estudios previos de las semanas anteriores.

La gravedad de nuestra lucha con la naturaleza caída, es que cuando no la sometemos a la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, la misma acarrea consecuencias negativas por causa de la desobediencia.

Consecuencias que de acuerdo a la gravedad de la caída, pueden convertirse en una carga difícil de afrontar.

Muchas de las causas de nuestras caídas son por ignorar y desobedecer, consciente o no, los mandatos dados por el Señor.

Esta desobediencia se puede dar por dos factores claramente identificados: Uno es cuando ignoramos cuáles son aquellos preceptos dados por Dios porque nunca tuvimos acceso ellos; y el otro por, aún ya conociéndolos, no estar dispuesto a obedecerlos.

El hecho de ignorar cuáles son los mandatos dados por Dios, no nos eximen de nuestra responsabilidad delante de Dios.

De allí la importancia en los hijos de Dios de que cada día podamos irnos nutriendo y creciendo en el conocimiento de las verdades divinas reflejadas en Su Palabra.

Ese es el propósito clave de las Sagradas Escrituras: mostrarnos quién es Dios, quiénes somos nosotros, cuál es la causa de nuestro estado espiritual y cuál es la solución dada por Dios para que nosotros podamos gozar de la dicha y la presencia divina en nuestras vidas.

Es tan importante conocer la Palabra de Dios, como asimilarla para uno y ponerla en práctica en todo tiempo y lugar.

El mundo en el que vivimos, cambiante, cargado de relativismos y ajeno a los principios divinos; no es de gran ayuda precisamente para todos aquellos que queremos caminar cada día con el Señor Jesús.

Las palabras del autor a los hebreos son claras cuando nos alienta a que pongamos sumo cuidado y atención a todas aquellas cosas que hemos leído y aprendido; porque es fácil olvidar, desviarse y errar el camino.

El término deslizarse da la idea de un movimiento con poca fricción y facilidad; es una acción que puede darse de forma rápida o extremadamente lenta.

En cierta ocasión, un vehículo que transitaba por un camino de montaña había pinchado un neumático en medio de una tormenta de nieve. El conductor muy sabiamente se retiró a un costado de la ruta, para poder cambiar la rueda con la que llevaba de auxilio, y así poder seguir el viaje. A los pocos minutos de haber levantado el auto, y al momento de retirar la rueda averiada; se percató que muy, pero muy lentamente, el auto se estaba deslizando hacia un costado que daba a un tremendo precipicio. Pudo darse cuenta que por causa de la superficie resbaladiza por el hielo, el auto poco a poco se inclinaba más y más. Rápidamente pudo solucionar lo que podría haber sido una tragedia acomodando el vehículo en un suelo más nivelado y sin tanto declive.

La realidad es que muchas veces en nuestras vidas nos pasa algo similar, el deslizamiento es tan leve y diríamos que casi imperceptible; que no nos damos cuenta que nos estamos apartando del camino que Dios tiene determinado para nuestras vidas.

Y en nuestra vida espiritual, para darnos cuenta de que algo nos está sacando del camino, necesitamos tener una mirada clara y objetiva de la situación que nos rodea.

Porque todo a nuestro alrededor puede cambiar, pero si la base en donde estamos parados es segura, no debemos preocuparnos de perecer.

Nuestro fundamento firme y seguro es Jesucristo.

Y es por medio del conocimiento de la Palabra de Dios en donde podemos tener la objetividad precisa para saber si estamos caminando en lo seguro o si nos estamos apartando del camino.

De allí la importancia de leer y releer los principios divinos expresados y revelados en las Sagradas Escrituras; porque es en la repetición y en la apropiación de las mismas, en donde se renuevan y refrescan en nosotros.

El descuidar poco a poco nuestra relación con Dios puede traer como consecuencia que no nos damos cuenta que nos estamos deslizando fuera de Sus caminos.

Y un día nos encontramos con un activismo espiritual, litúrgico y religioso; pero con una frialdad interna profunda por haber descuidado nuestra relación con Dios.

Que nuestra experiencia de cada día pueda ser la de renovar nuestro compromiso con nuestro amado Señor Jesús. Y esta renovación no pasa por una rutina religiosa sino más bien por un encuentro fresco y genuino con nuestro creador.

Es en esa intimidad diaria en donde el Espíritu Santo de Dios nos muestra cuál es el propósito divino para nuestras vidas.

Es en ese hambre y en esa pasión en donde mi compromiso con Dios se renueva y se va puliendo día a día.

Que siguiendo el precepto bíblico podamos poner un fuerte énfasis y un cuidado preciso, para que todo lo que hayamos oído de parte de Dios, nos sirva para poder enfrentar las pruebas del día malo.

Que nuestra objetividad de las situaciones no sean basadas en nuestra naturaleza caída, sino más bien en la regenerada y envestida por el Poder de lo alto.

Al tener los principios divinos frescos en nuestras mentes y en nuestros corazones, los mismos nos ayudarán a no titubear y a no deslizarnos del propósito que Dios tiene para con cada uno de nosotros.

Y será en esa constante renovación espiritual, en donde no habrá lugar para las dudas y los temores, porque la guía del Señor nos traerá paz y seguridad en todo lo que emprendamos y hagamos.

En la gracia y la fidelidad de Dios que son suficientes para nuestro peregrinar por este mundo.

Rev. Daniel A. Cali

Pastor

Feb 15, 2015


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