Motivos Para Dar Gracias...

"Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús”. 1 Tesalonicenses 5:18 En estos días del mes de Noviembre, todo a nuestro alrededor toma un sentido y un sentimiento a acción de gracias. Desde la fecha de un día feriado hasta las comidas típicas que recuerdan ciertos acontecimientos históricos de la nación. Como hijos de Dios nosotros tenemos grandes e innumerables motivos para dar gracias a Dios no un día especial en el año sino todos los días de nuestra vida. Quizás a nuestro alrededor existe un pensamiento erróneo que debemos dar las gracias a Dios por las cosas buenas que nos han pasado. Y digo erróneo, porque la voluntad de Dios es que demos gracias por todo, no solo por lo que yo creo que es bueno para mí. El hijo de Dios sabe que todo lo que le pasa es para su bien y que no hay ninguna situación en su vida que no esté bajo el cuidado y la supervisión de Dios Padre. Nada se escapa de Su presencia, Su soberanía y Su autoridad. Somos nosotros los que podemos llegar a pensar que lo que no nos gusta, lo que nos duele, lo que nos lastima, lo que nos inquieta y lo que nos molesta; es perjudicial, dañino e innecesario en nuestro diario vivir. Esta idea de que las situaciones adversas son malas, pueden ser la conclusión de ciertos pensamientos humanistas que creen que solo las cosas buenas son benéficas. El pasaje del apóstol Pablo a los hermanos de la iglesia de Tesalónica es una muestra de lo que Dios espera de cada uno de nosotros. ¿Por qué dar las gracias? Porque es la voluntad de Dios. ¿Dónde y cuando hacerlo? En todo tiempo y lugar. La gratitud que Dios espera de nosotros es total, sincera y genuina; no sola la basada en sentimientos hedonistas. Entendemos por hedonismo a la doctrina filosófica basada en la búsqueda del placer y la supresión del dolor y de las angustias, como objetivo o razón de ser de la vida del hombre. Cuando entiendo de que todo lo que me pasa está bajo la autoridad y la voluntad de Dios, entonces no tengo razones para dudar que no sea bueno para mi, porque iría en contra de la esencia misma de Dios; la de su naturaleza amorosa, santa y justa. Es esa fe y esa confianza a Dios y en Dios, lo que me moviliza, me impulsa y me desafía a dar gracias a Dios por todo.

El cristiano entiende que el que comenzó la buena obra en su vida la perfeccionará cada día; y aún las circunstancias adversas le sirven para seguir creciendo hasta la estatura de la plenitud de Cristo. Tenemos personas en la Biblia que nos ayudan con su ejemplo de confianza, espera y dependencia de Dios, como lo fueron José al estar en la cárcel, Job frente a todas las calamidades vividas, Daniel y sus amigos en Babilonia, entre muchos otros más. Todos y cada uno de ellos pudieron conocer una faceta de Dios como nunca antes lo habían experimentado.

El no aceptar las situaciones puede llevarnos a caer erróneamente en el enojo, la ira y la disconformidad de lo que Dios tiene para mí.

Una manera de no ser agradecido para con Dios es caer en la queja y el lamento de lo que no se tiene o lo que no se puede alcanzar aún. Lamentablemente nuestra sociedad está rodeada de mucha vanidad, egoísmo e individualismo. El hijo de Dios es agradecido porque sabe que recibe de parte de él todo lo justo y necesario para vivir. El que piensa que cuando tenga más va a ser más agradecido está tremendamente equivocado. El que no es agradecido en lo poco tampoco lo será en lo mucho. El deseo en exceso y desmesurado de vanidad puede hacer que equivoquemos y desviemos el camino de ser agradecidos. Todo lo que somos y lo que tenemos es por pura gracia, una dádiva, un regalo de Dios; y es en esa relación de amor genuino en donde Dios espera de nosotros la fe necesaria para que nuestra confianza sea total hacia él. ¿Cuánta gratitud hay hacia Dios en tu vida? Que cada día al despertar, cada noche al descansar, en todo momento y lugar podamos ser verdaderos hijos agradecidos, y que nuestra actitud de gratitud sea de ejemplo para que otras personas puedan reconocer al Señor como el dador de todo bien. Que las palabras del apóstol Pablo sean una realidad cada día en nuestras vidas: "Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias." ¡Dios nos bendiga!